Ahora que ando en modo
estudiantil “deslocalizado”, aprovecho cada vez que vuelvo a Madrid para
recargar la energía y que mejor plan que ir al monte a escalar con los amigos.
Pero es mucho mejor aún cuando, nada más aterrizar un viernes por la noche,
llamas para preguntar si están disponibles para armar una actividad el domingo
(dando un día de margen para organizar cualquier cambio de última hora) y que
de repente te digan:
-
Si, hay plan! mañana sábado a las 8am. Se viene Robus. No
llegues tarde*.
El lugar seleccionado fue La Cabrera, la vía en
cuestión estaba en modo TBD (to be defined), pero hace rato que, navegando en
la web viaclasica.com, le había dado un vistazo a la vía Ezequiel (IV+) y la
tenía en la lista de “vías por escalar”.
Se lo comenté a Mois (que se había planteado repetir Espolón Manolín
(V+)) y ya que la segunda opción estaba fuera de mi alcance, optamos por la primera
vía. De esta manera, las cordadas se organizaron de la siguiente manera, Moises
con David y Robus conmigo.
Mois estudia la vía antes de ponerse mano a la obra
Perfecto, ahora solo había que
coger ticket y esperar el turno (*mea culpa, me equivoqué de salida en la
carretera y llegué tarde al punto de encuentro). Pero bueno, una vez se está en
el monte todo es más llevadero, y las vistas ayudan a desconectar. Solo hace
falta elevar la mirada al cielo y recorrer las infinitas posibilidades que te
ofrece el Pico de la Miel
para emocionarte y hacerte soñar.
Figura 1. Croquis de la vía realizada: Ezequiel (IV+)
con variante por la vía Emilio (V+) . Pico de la
Miel. La Cabrera.
Después de proceder con el
respectivo ritual de preparar el material, verificar mutuamente el nudo del
compañero, empecé a escalar. El primer largo es corto y transcurre por una
especie de escalera diagonal hacia la izquierda junto a una fisura, donde se
puede colocar todo el repertorio posible de protecciones, es decir, modo
cacharros ON. Justo antes de llegar a la reunión R1, hay un paso en travesía
que te hace salir de la anterior zona de confort y te invita a contornearte en
esa especie de danza vertical que todos practicamos.
Una vez en la R1, opté por montar la reunión
al estilo británico, es decir, con las cuerdas formando el triángulo de fuerzas
con sus respectivos ballestrinques y la cesta atada al anillo ventral para
recoger la cuerda del segundo (ver bonus track al final del post)… he aquí
donde difiere el método. Mois me supervisó desde abajo y no le encontró la
lógica a mi montaje, por lo cual me “recomendó” utilizar el sistema indicado por
el fabricante francés que tantas alegrías nos da con sus artilugios mecánicos. Lo dicho, rearmé la reunión con la cinta de 120 cm, con el bucle de
seguridad en el medio y esta vez, con el reverso colgando de ella. Y de esa
manera, Robus empezó a escalar, poco a poco, ganado los primeros metros de esta
vía que se estaba dejando descubrir.
Mois subió en un abrir y cerrar
de ojos, tanto así que, para liberar espacio en la R1 para David, me propuso que continuase haciendo
el de asegurador. Dicho y hecho, a escalar. Este segundo largo, dispone de un
paso sin protección que, una vez superado no es complicado, pero que necesita
concertación y esa dosis extra de confianza en un mismo ya que si te caes, te
la pegas y con intereses incluidos. Después de eso, el largo es de lo más
disfrutón. Tanto así que sin darte cuenta, llegas a la R2.
Figura
2. Robus y David en la segunda reunión,
esperando a que se descongestione la vía.
Aquí hubo otro cuello de botella,
ya que nos encontramos con las cordadas que nos precedían, por lo cual, hubo
tiempo para que David escalase todo y nos reuniéramos los cuatro de nuevo. En
este punto había que tomar una decisión, ¿por donde continuar? A la izquierda, la
vía transcurre por una cueva, que todo el mundo dice que está algo lavada y que
encontrar la ruta no es muy evidente. Por otra parte, a la derecha, el trazado
de la vía vecina (Emilio) se alza una fisura de esas que salen en los libros y
manuales de cómo colocar un friend. Optamos por la segunda opción. Mois fue de
primero y sin pestañear subió por dicha fisura para montar la R3. Luego Robus fue de segundo y
posteriormente fue mi turno como primero. He de decir que anteriormente acordé
con Mois que el dejaría los seguros puestos, para facilitarme la ascensión de
ese tramo vertical. Ese detalle, sumado a que David me aseguraba, me permitió
disfrutar como un enano de ese tramo de escalada.
En vista de que la estrategia
funcionó bien, en el siguiente largo repetimos la secuencia. Este largo
empezaba por una zona entre dos paredes con generosos agarres para progresar,
aunque la verticalidad continuaba y ya empezabas a estar en un punto en el que
las aves rapaces vuelan a escasos metros de tu posición.
Ya en la R4, Mois optó por continuar
asegurado por Robus, mientras David progresaba por el cuarto largo. En este
punto, coincidimos con Miguel y Pablo que estaban escalando la vía Espolón
Manolín con Rulo. En este último largo, cambié de posición con David y el subió
de primero. Este largo tenía un paso muy bonito donde había que pensar un poco
más para encontrar la secuencia correcta para progresar.
Figura 3. Robus disfrutando de las vistas. En medio de
la reunión 4.
Una vez arriba, tras descalzarse y cambiar los pies de gato
por las zapatillas deportivas, caminamos al vértice geodésico que yace en la
cumbre del Pico de la Miel,
para proceder con la respectiva foto grupal. En este caso mucho más emotiva
porque el hermano mayor de los Cañada (Robus) se estrenaba en este mundo
vertical, haciendo una vía de varios largos y en autoprotección…sin duda, una
vía que todos vamos a recordar.
Figura 4. Compartiendo con los amigos tras finalizar
la actividad. Foto de cumbre.
Y al llegar al coche.....
Figura 5. Bonus track. How to belay, british style (cómo asegurar, version
británica). Fuente: Berry A, Trad Climbing +, Rockfax Climbing Guides, 2007.
Nota: Respecto al british style y
asegurar con la cesta colocada en el anillo ventral. Esta maniobra tiene su lógica, ya que en
general se escala en acantilados y las vías suelen terminar en planicies donde
no hay equipamiento alguno. Por lo cual, tras montar los tres puntos de anclaje
y hacer los reenvíos correspondientes con la cuerda y sus ballestrinques, la
posición más cómoda para asegurar a tu compañero es sentarse lo más cercano
posible al borde del acantilado y colocar la cesta en la posición anteriormente
descrita.